Las Nuevas Revelaciones a Través de la Eucaristía

Meditación de la Coronilla de la Divina Misericordia, el domingo de La Pascua

4 de abril de 2021
 
Esta meditación fue inspirada por El Espíritu santo a Lucía Phan cuando estaba rezando la Coronilla de la Divina Misericordia.
 
La Primera Década: Oh Corazón de Jesucristo, quien es el rey del amor, por favor gobierne nuestras almas y condúcenos en Tu salvación.
 
Lucía: Jesucristo es Él Rey del amor, Él Rey de la vida, Él Rey de nuestras almas, Él Salvador eterno. Tenemos al Señor, nuestro Salvador, a quien todavía tememos, ¿por qué todavía dudamos? Acudamos a Él para alabarlo, glorificarlo y honrarlo. Celebremos el día en el que resucitó El Señor, celebremos la Pascua, celebremos el día que El Señor triunfó, para traer la victoria devuelta a Sus hijos. Todo lo que se necesita es que todos se entreguen y someten. Con nuestro regreso, Dios nos guiará dentro la tierra prometida que Él está dispuesta regresar a nosotros. Para lograr esto se requiere unidad y cooperación. Oremos para que la gente cambie. Oremos para que la gente regrese a Dios. Solo Dios es el origen de la seguridad, y es la felicidad, la victoria, la paz que se necesita en todas las regiones y naciones.
 
La Segunda Década: Oh, Sagrado Corazón de Jesucristo, por favor trae a nosotros y a toda la humanidad al regreso a Tu amor.
 
Lucía: ¡Alegrarse! ¡Alegrarse! ¡El Señor ha resucitado! Todos los días nos quejamos, nos culpamos, nos afligíamos, nos sufríamos y nos lloramos. Guardemos este día para el Señor. El Señor verdaderamente vino a nosotros por Su resurrección. Alégrate, porque tenemos al Señor. Alégrate, El Señor ha vencido a la muerte. Alégrate, para que Él nos guía al amor a través de la Divina Misericordia, para que seamos purificados en el océano de Su amor infinito. ¡Regocíjense, pecadores! El propósito de Dios para venir era a salvarnos, a traernos afuera de la circunvalación de las tinieblas dentro en que nos tropezamos en nuestra debilidad. Dios nos ama y perdura sufrimientos extremos por nosotros. Hoy, que El Señor nos lleve en Sus brazos, nos levante y nos abracé contra Su Corazón.
¡Alégrate, hermanos y hermanas! Canten alabanzas para agradecer al Señor. Elevémonos a Él y recordemos Su Divina Misericordia infinita e ilimitada para que cambiemos nuestras vidas. Elevemos nuestros corazones al Señor con la Madre María, con los ángeles, con los santos, para alabar a Dios Padre, Él Dios de amor. Su Hijo resucitó para salvarnos de los sufrimientos del mundo. Triunfaremos con Él, viviremos en Él, para que nuestras vidas resuciten, con una nueva vista, una nueva esperanza y una nueva resurrección que Dios nos concede.
Tercera Década: Oh, Señor Jesucristo que Tu corazón gobierne sobre el mundo entero.
Lucía: verdaderamente triunfaste. Tú nos otorgaste la victoria contigo. Oh, Señor Jesucristo, gracias a tu victoria, gracias a tu resurrección, tenemos El Espíritu Santo. Oh, Espíritu Santo, por favor enséñame, enseña a la humanidad, enseña a tus pequeños discípulos conocer tu amor, para que podamos sumir y recibir Tus enseñanzas. En Tu iluminación y guía, que seamos valientes, seamos fuertes. Que podamos recibir la iluminación en una manera más poderosa de Tu gracia, a traer alegría a la Pascua, a traer alegría a la vida resucitada en Cristo, a traer alegría, felicidad y júbilo en Ti.
 
Oh, Espíritu Santo, el mundo está lleno de trampas, tinieblas, pecados; pero Tú eres la luz que ilumine a toda la gente y todas las naciones. Del amor del Señor Resucitado, de la salvación del Señor Jesucristo, desde el amor abundancia a través de la Divina misericordiosa de Dios Padre Tú cumpliste el plan con amor, con la pintura de un cielo otorgado por nosotros, entre los hombres.
Oh, Señor, Dios mío, por favor ilumine a mis hermanas, a mis hermanos y el mundo, en esta época extrema de tensión entre el bien y el mal, para escoger nosotros. Como realmente fuimos creados por el amor de Dios, el amor de Dios Uno y Trino es el triunfo en nuestros años de miseria y debilidad, dominados por las realidades de nuestras vidas. Dios siempre encuentra la manera para salvarnos, siempre encuentra un modo de separarnos de la oscuridad, para traernos dentro la luz. Que podamos vivir en la luz del Señor Resucitado, especialmente este año, para que estemos listos en la gracia del Espíritu Santo, tomar decisiones firmes, a pisar fuera de nuestras dependencias, a vivir para glorificar a Dios, adorar a Dios, confesar a Dios, darle gracias a Dios, entregarnos a Dios y disculparnos a Dios.
Esa es la condición humana. No necesitas hacer otra cosa. Desafortunadamente, aún no hemos entendido esa posición, retenemos la autoridad de Dios de que solo Él tiene el poder de planificar por nosotros. Usurpamos la autoridad de Dios para decidir por nuestras vidas, para juzgar todos los asuntos, para poner todos esos asuntos dentro las costumbres y leyes humanas. Entonces perdemos la relación directa con el Espíritu Santo.
No queremos hacer nada mal, ni queremos derrocar a ningún líder ni régimen, queremos alabar a Dios, adorar a Dios, confesar a Dios y cruzar la línea a reunirnos con nuestro Dios. Ahora nos unimos para levantar todos los problemas. Dios ve y Dios sabe. Dios nos necesita madurar. Dios nos necesita creer firmemente en Él. Dios nos necesita vivir en Su enseñanza. Solo necesitamos creer en Él, luego no se encuentra nada, ni límites ni sufrimiento como el que estamos enfrentando. Déjanos juntarnos en unidad. No nos separemos unos de otros. No dejemos dividir por nuestras formas de pensar y por nuestras inferencias debidas al egoísmo. Unámonos. Donde hay amor, está Dios. Donde hay caridad, Dios bendice. Donde haya unidad, prevaleceremos. Esto es lo que más necesitamos.
 
Gracias al impulso del Espíritu Santo, ayudando a mis hermanos y hermanas, especialmente durante estos días de Pascua, para que aprendamos más, a ser guiados por El Espíritu Santo, a tener el valor de salir mientras el tiempo todavía lo permite, para traer Dios a toda la gente, a postrarnos para orar por el mundo, porque la gente desesperadamente necesita oraciones. Somos los pioneros, así que tomemos la iniciativa y aceptemos el desafío de traer la victoria a los que nos siguen. Somos los últimos Discípulos para llevar esa responsabilidad a responder a la llamada que Dios eligió. Amén.
Cuarta Década: Oh, Santísima Corazón de Jesucristo, por favor perdona y transforma nosotros y toda la humanidad.
 
Lucía: Oh Corazón de Jesús, Tú eres amor, Tú eres vida, Tú eres la luz de la verdad. Por favor, perdónanos los pecadores. Por favor, Santifica y transforma nosotros por Tu Resurrección. Oh, Jesús, es a través de Ti, contigo, y en Ti, que tenemos el Señor quien, es presente con nosotros a través de los siglos. Ese es el Jesús Eucarístico. La espiritualidad sagrada está presente en cada uno de nosotros a través de generaciones. Jesús nació, también el mismo significado del Jesús Eucarístico. Jesús caminando por el Camino de la Cruz, también el mismo significado que Jesús Eucarístico. Jesús resucitó gloriosa y triunfalmente. Ese es el Jesús Eucarístico. Todos permanecen con nosotros como Él prometió.
 
La institución del Santísimo Sacramento en la Última Cena con las primeras personas que El Señor eligió para atestiguar el rito que Él instituyó, para traernos Su mandamiento: «Amaos los unos a los otros». Porque es solo con amor y unidad que podemos hacer las obras que Dios ha arreglado desde el principio. Déjanos venir juntos al Señor que permanece con nosotros, como dijo a los Apóstoles, a la Iglesia a través de los siglos, a los laicos de todas las regiones y naciones. «Amaos unos a otros, sea unidos unos a otros y obedéceme. Avanza en el camino del testimonio y trae Mi Buena Nueva al mundo».
 
Oh, Señor, hoy es Pascua, déjanos recordar lo que has hecho. Nos has concedido especialmente estos últimos días. Si no superamos los miedos, las dudas de la humanidad y las reglas de la humanidad, entonces, ¿cómo podemos tener estos sentimientos para elevarnos a Ti el martes, en la hora de la Divina Misericordia?
 
Oh, Señor, Tú nos amas y Tú te aflijas por lo que hiciste por la humanidad, pero todavía no hemos reconocido para que vayamos a Ti. Es Jesús, hace más de 2,000 años con una historia registrada, con la señal que el hizo. Él permanece con nosotros en la espiritualidad sagrada a través del Santísimo Sacramento, para recibirlo diariamente, para tenerlo – quedarse con nosotros, para tener Su amor, para tener el abrazo que Dios, El Señor supremo, nos concedió desde el principio.
 
¿Quién puede hacer eso por nosotros? Que el Señor nos permita guardar este día en nuestras vidas para renacer eternamente dentro El Señor Resucitado quien permanece con nosotros a través de la Eucaristía; para que estemos en contacto íntimo con Él, para escuchar Su voz, para continuar a escucharlo enseñar, para que sigamos recibiendo lo que Él permite, para continuar nosotros a recibir lo que Él permite, para continuar nosotros a vivir con Él en manera animada. Él quiere eso, Él espera eso, Él anhela eso con nosotros, los niños quiénes Él ama, para que seamos humildes, simples, normales, discípulos ordinarios, pero verdaderamente extraordinarios en Su gracia.
 
Oh, Señor Jesucristo, te doy gracias. Tu visitación, Tu estancia, Tu luz brillando en nuestros corazones, Para amar nosotros al Jesús Eucarístico. Amamos a Jesús Resucitado, amamos a Jesús, quien el Corazón sigue esperando, para traer la luz, para traer el amor, para restaurar la humanidad.
 
Quinta Década: Oh, Corazón del Padre, por favor trae la humanidad al regreso a Tu amor.
 
Lucía: O Padre, Los Cinco Signos del Señor Jesucristo. Te honro, te adoro y te doy gracias. Las Cinco Llagas del Señor Jesucristo han triunfado, trayendo vida y esperanza para salvar la humanidad. Con meditaciones especiales, hoy estamos celebrando La Pascua. La segunda persona de Dios ha triunfado verdaderamente para traernos de regreso al amor de Dios Padre que es un recordatorio en el trabajo de salvación que termino con Los Cinco Signos sagrados. Lo que Dios anhela y espera es a llevarnos al amor e infinita Divina Misericordia de Dios todopoderoso. Es El Señor supremo quien sacrificó Su único hijo para salvarnos porque Él amaba tanto a la humanidad y eso fue victoria completa.
Hoy, gracias a nuestro Señor Jesús, adoramos y honramos a Dios Padre y Su Divina Misericordia. Se nos permite vivir y sumergirnos en esa Misericordia Divina infinita e ilimitada, para alabar al Padre, glorificar al Padre, honrar al Padre, el símbolo del Primer Signo Santo.
 
Reverenciamos, adoramos y elevamos a Él cada día de nuestras vidas. Solo Él tiene poder para renovar todo el mundo. Déjanos venir a Él con un corazón agradecido, con un corazón reverente, confesando a través Del Señor Jesucristo, para que El Padre tenga Misericordia e interviene. Cualquier situación, regocijamos, celebremos, demos gracias al Padre, porque hoy Su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo verdaderamente ha completado el plan de salvación.
 
La humanidad sigue dentro los límites de comprensión. Somos muy educados, pero somos más familiares con las costumbres y hábitos de la humanidad en lugar de lo que Dios ofrece y otorga a nosotros en una manera gentil y tierna. Hoy, volvemos a lo que hemos perdido. Estuvimos restringidos celebrar con El Señor Jesucristo Nuestro Salvador y Redentor. Ahorra, nos postramos reverentemente al Segundo Signo Sagrado con adoración y acción de gracias. Gracias a Él, con Él, que seamos dignos de elevar el ofrecimiento a Dios Padre.
Oh, Jesús El Señor resucitado, Tú trajiste el amor del Padre contigo a la victoria. Para que seamos resucitados, para ser renacidos, y para estar en el amor de Dios a través del Espíritu Santo. Eso es el Tercer Signo Sagrado. Adoramos y damos gracia. Que ese amor siempre ha estado con la humanidad por generaciones, una riqueza infinita y rebosante con lo más bello, lo mejor que Dios otorga a nosotros viniendo del amor de Dios, a través del Espíritu Santo.
Nosotros somos verdaderamente respetados y tenemos el derecho para ser decisiones. Pero dado a una fe débil y limitado, no nos acercamos a Él brioso y valientemente, para convertirnos en niños humildes bajo Su guía. Nos hemos vuelto muy dependientes sobre el mundo. Hoy nos conmocionamos fácilmente, fácilmente convencidos por una vida mundana. Nos hemos vuelto muy dependientes en el mundo. Pero El Espíritu Santo todavía está ahí para esperarnos, todavía enciende el fuego y espera que nuestros corazones sean iluminados, que nuestras mentes sean iluminadas, para que seamos iluminados en nuestras decisiones, para convertirnos a la gente, quien Dios ilumina en la bondad que la gente necesita tener, a distinguir claramente entre la verdad y la falsedad, entre el correcto e incorrecto, entre el bien y el mal, entre las cosas de Dios en un amor íntimo, y entre los confines y los límites de las leyes.
Las leyes de la humanidad son demasiadas, han aplastado todas las cosas dentro la naturaleza que Dios concede. Su petición es que seamos sencillos y humildes, que estemos con Él, que seamos guiados por Él, que demos un paso adelante con Él. Cuando nos pertenecemos a Él, no entendemos cuál es el pecado ni tenemos la oportunidad de pecar. Pero como hemos confiado en todas las realidades de la vida, hemos quedado atrapados en medio. Hoy sabemos que somos las víctimas. Demos nuestras manos al Espíritu Santo. Escuchemos sus palabras. Vivamos una vida humilde y simple, porque Jesús ha resucitado trayendo victoria. Ya no estamos vencidos. Volvemos a nuestro Señor. Venimos al significado de los Cinco Santos Signos como la Madre María nos ayuda al final de la historia. Déjenos no ahogar en lo que hay en el mundo con reglas reguladas creadas por el hombre. Tenemos que triunfar, porque Nuestro Señor nos trajo la victoria.
Tenemos el amor del Espíritu Santo. Tenemos Su guía. Tenemos la victoria del Señor Jesús. Confiamos en El Señor Jesús para regresar a nuestro Padre amoroso, quien es El Ser Supremo omnipotente, soberano sobre la humanidad. Tenemos a Jesús. Lo veneramos. Él nos nutre con Su Santo Cuerpo y Sangre. Eso es el Cuarto Signo Santo. Él nos mantiene a su lado, nos cubre con su amor. Él espera darnos la gracia para fortalecernos, así que, ¿qué otra cosa hay para que dudemos, ¿qué otra cosa hay para temer? ¿Cómo sabemos lo que toda vía nos queda? Madre quiere que entendamos esto claramente. ¿Para qué propósito murió Jesús? ¿Para qué propósito sufrió Él? Es para salvarnos y traernos a Él, para prepararnos un camino esperanzador, un camino seguro, un camino victorioso, un camino pacífico, y no días de sufrimiento extremo como hoy, no días de ser sometidos, como la gente normal, ordinario que están en peor estado que nosotros. ¿Por qué debemos ser vencidos?
Tenemos a Dios. Además, ¿quién es la persona para conquistar eso? Es la Madre María, el Quinto Signo Santo. Dios quiere que vengamos a Madre, a escuchar a Madre, a seguir el ejemplo que Madre pone ante nosotros. Madre es una persona completamente obediente, con todo lo mejor. Jesús vino dentro este mundo con un propósito. Estuvo en el vientre de Madre por nueve meses y diez días y nació como un ser humano. En su vida, lo que hizo en la tierra, fue en Su divinidad y humanidad.
Todo se cumplió en el plan de Dios Padre, pero esa divinidad permanece con la última palabra dicha a Madre María. Madre María es la representante para el mundo. Para que el mundo reciba las gracias otorgadas. En resumen, los Cinco Signos Sagrados tienen una abundancia de significados. La Madre María quiere que meditemos sobre esto, en general y en todo, para que encontremos a una familia celestial con las gracias dadas que es la evidencia del Calvario donde el Señor nos espera en la victoria. Lo que necesitamos, es a través de la Madre para que entendamos el significado de una fe íntimo y profundo de una vida. Por muchos años en nuestras vidas, celebramos la Resurrección, pero nuestros rostros todavía están desanimados. Continuamos día tras día, todavía en días de tristeza y miedo. ¿Qué tenemos para resucitar o es nada más rutina en la vida?
Tenemos a la Madre María. Hoy, la Madre quiere que celebremos al Señor Resucitado, con nuestras almas y cuerpos, con nuestra determinación, con verdadera victoria. Ella quiere que hagamos esto para que estemos preparados por esa fe, por esa confianza. La Madre nos lleva a la última clave, con las obras que hacemos diariamente, con los momentos que nos unimos para ofrecer a Dios la Divina Misericordia que Él nos concedió desde el principio, para que renazcamos en Él por medio de Jesucristo. Hoy, Madre nos recuerda a menudo: Dios viene a perdonar, a amar, a salvarnos. Todavía tenemos un sello, los Cinco Signos Sagrados, recordándonos que es un sello de amor, de perdón y de salvación. Volvamos, regresemos a Dios, superemos todas nuestras debilidades y pecados. Elevemos a Dios esos pecados y debilidades, para que se conviertan en las ofrendas diarias. Con la Madre y en la Madre, al final, seremos victoriosos con el Señor Jesucristo.
Con la resurrección de hoy, solo sabemos una cosa: nuestro deber. Adoramos a Dios, honramos a Dios, damos gracias a Dios, glorificamos a Dios, bendecimos a Dios, alabamos a Dios – es nuestro deber. Y aprendemos a vivir una vida como la Madre nos enseñó: volver, vivir una vida reformada. Madre, por favor ayúdanos a vivir según Tu ejemplo. Ser humildes, vivir una vida de oración, vivir una vida simple, para que la Madre nos saque fuera de los lugares ocultos que por tanto tiempo nos hemos atado fuertemente. Debido a la debilidad, el pecado nos ha vencido.
 
En este momento elevamos nuestras almas a un día significativo. Para alegrarnos primero con Madre, y alegrarnos con los ángeles, con los santos, para que, junto con El Señor Jesús, volvamos a Dios Padre. Nos inclinamos y adoramos en postración, para agradecer al Señor Todopoderoso, rico en Divina Misericordia, quien nos concedió el océano infinito de la Divina Misericordia, para renacer con Él por Jesucristo, nuestro Señor. Honramos a Dios, damos gracias a Dios, nos sometemos a los Cinco Signos Sagrados: la marca, el encuentro en la salvación. Cada uno de nosotros recibe el perdón y la devolución cuando en realidad escuchamos y entendemos claramente lo que la Madre nos dio a lo largo de los años con Sus enseñanzas, con las acciones y oraciones diarias a través de las Seis Postraciones (Kowtows).
Los Cinco Signos Sagrados nos ayudarán a crecer y confiar para superar los pensamientos y acciones miserables, para que pertenezcamos a Dios como los niños guiados por Madre al Dios del amor, El Dios de la Divina Misericordia. Dios comprende todas las debilidades, Dios resucitará y vivirá de nuevo cuando vengamos a Él, confiamos en Él. Cuando escuchamos las enseñanzas de la Madre María, somos verdaderamente perfectos en la familia celestial que la Madre nos dio a través de los Cinco Santos Signos.
La Sexta Década: Doy gracias a Dios Padre. Padre, permítanos ofrecer la Sexta Postración, con acción de gracias y gratitud, a Madre María.
Lucia: Madre, te damos gracias. Fuiste tú quien nos enseñó. Hoy, desde las últimas reticencias y debilidades, nos atrevemos valientemente hacer las obras imposibles que, todavía, son posibles en nosotros, del amor a Dios, de confianza. Hoy Dios nos da una vista optimista en la renovación para disiparlo inherentemente condicional en nosotros, en la negatividad de una sociedad contemporánea. Madre, ayúdanos buscar a Dios. Ayúdanos a tener el valor de escuchar Tus enseñanzas, a practicar verdaderamente con nuestras almas y corazones, con reverencia en un espíritu de penitencia y gratitud, en un estado de entrega y postración, de la manera en la que Tú nos enseñas a orar. Nadie puede enseñarnos esto. Nadie puede tener tanta compatibilidad y profundidad con el amor de Dios como Madre María. Madre nos enseñó personalmente porque somos verdaderamente inmaduros y tontos, a través de generaciones, a través edades.
Hay ciertas reglas que nos harán levantarnos a Dios, pero hay ciertas reglas que causarán limitaciones, nos harán sentir miedo de un Dios que parecía existir hace más de 2,000 años y no un Dios con quien vive con nosotros como hoy. Si sin Madre, entonces realmente no podemos superar la opinión pública, sintiéndonos oprimidos, asustados, juzgados y pisoteados. Hoy eso se ha convertido en la respuesta en la historia contemporánea. Lo que viene de Dios, Madre lo sabe claramente. Madre ordenó y madre permitió. Que seamos sencillos y humildes y hagamos lo que sea necesario para glorificar a Dios, para amar a Dios, para estar cerca a Dios y para sentir el amor de Dios a través de la Madre María. Ayúdanos por favor a superar todo para convertirnos en el discípulo que Dios escogió para hacer Su voluntad por el entrenamiento de la Madre María, de la guía del Espíritu Santo, y no de la voluntad humana ni según ciertas reglas que son correctas pero muy antiguas. La humanidad cayó dentro la situación de hoy, entonces, ¿quién es lo suficientemente valiente para defender a las ovejas de Dios? ¿Quién es lo suficientemente valiente y fuerte para defender la gente santa de Dios?
Dios necesita que apoyemos a las personas que dedican su vida a la verdad y que están solas y solitarios. No se levantan para hacer lo que es posible, aunque su corazón lo desea en sus roles. Recemos. Esa es la fuerza que quiere la Madre María. Esa es la fuerza para invocar el nombre de Dios y también para atraer la gracia del cielo a través de la ayuda de Madre. Que nuestra Iglesia sea victoriosa. Que encontrémonos un Jesús verdaderamente vivo en la Iglesia, Un Jesús quien defiende a su rebaño, una Madre amorosa que protege a sus ovejas y protege a los sacerdotes y obispos. La Madre los protegió y se quedó con ellos, los mismos pastores a quienes la Madre entrenó silenciosamente hace más de 2,000 años, para tener la Iglesia a través de los siglos.
Hoy en el mundo, la situación se ha sometido a las leyes de la humanidad. Así que, la Madre quiere restablecer lo que pertenece a Dios, en una manera íntima, simple, respetuosa, reverente, con una determinación firme en Su ley. ¿Qué es más maravilloso que la Madre María quien practicó toda una vida completa de oración silenciosa? A través de muchas posiciones, la gente practica muchas formas, pero carecen de oraciones, y a veces rezan de forma indiferente, irrespetuosa, sin aprecio. Llega a un punto en el que ya no hay profundidad, solo una regla externa. Entonces, cuando vienen los enemigos, el rebaño se dispersa completamente, porque no hay nadie que defienda a las ovejas, a la gente santa.
Ha llegado el momento de que la Madre María actúe. La Madre quiere que cada uno de nosotros, los laicos, juntos oremos para que la Iglesia esté unida, que la Iglesia vuelva, para que tengamos una Iglesia y con el rebaño santo de Dios, actuamos en la etapa final. Madre quiere vernos regresar a la tierra prometida. Es el Huerto del Edén, que será devuelto a nosotros cuando sea el momento adecuado, cuando la humanidad reconoce a Dios en la postración, regrese y con la Madre, regocijarnos en un año de eventos malos y desastrosos, porque también es un año de gracia, lleno de esperanza en El Señor Resucitado. Madre nos quiere en esa madurez.
Ahora juntos décimos a la Madre: Oh, Madre María, Madre de la Divina Misericordia, Madre del Corazón del Amor, Madre de la Eucaristía, Madre del Verbo Encarnado, Madre de la humanidad, Madre de cada pecador, cada preso, cada santo, cada víctima, cada penitente, cada testigo y cada paciente en todas las regiones y naciones; con alma y cuerpo, por favor ayúdanos a obedecerte, escucharte, hacer lo que Tu enseñas para pedirle a Dios que nos salve, que esa Resurrección de Jesús sea completo con sus deseos, con sus anhelos.
También estamos en necesidad. Necesitamos reconocer a Dios, a escuchar Su voz, a tener Su intervención. Necesitamos levantar nuestro estatus como víctimas. Que Dios tenga misericordia de nosotros. Que Dios nos libre. Con la Madre, déjanos actuar cada día, especialmente con la renovación de nuestras almas, de cada persona, de toda la humanidad. Con nuestra representación de pioneros con el don de las Seis postraciones (Kowtows), es verdaderamente maravilloso, tenemos toda una familia celestial que es el apoyo de Dios. El significado de esta Pascua nos trae añoranza. Déjanos pasar por estos días porque elegimos, aceptemos todas las dificultades del final y la etapa final, con el regalo de las Seis Postraciones (Kowtows), con la llave de las Seis Postraciones (Kowtows), con la Madre María en la batalla final que tenemos en esta generación de humanidad.
«Cree y recibirás; Busca y encontrarás; llama y se te abrirá». Madre nos recuerda esto cuando lo necesitamos. El Señor no requiere de nosotros, pero seamos ofrendas, aunque indignas. Déjanos arrepentirnos cada día, regresemos a Dios cada día. Arrepentirnos, mejorarnos, que seamos perfectos, seamos dignos de la salvación. La gloriosa resurrección de Jesús, otorgada a nosotros, y la enseñanza de la Madre, nos ayudan a prepararnos para la reverencia para celebrar la Resurrección que El Señor nos otorgó, en alma y cuerpo, en la victoria gloriosa. Él nos otorgó en los días anhelando por la paz, anhelando por la seguridad, anhelando por unidad. Ha habido una voz, y ha habido devoluciones.
Hoy, Dios ve y nos ayuda a continuar con la misión que la Madre nos confía, a rezar por la unidad del mundo, a celebrar la Resurrección de manera significativa que Dios otorga hoy y siempre en las vidas de la gente que lo siguen, quien lo escuchen. Mientras escuchamos las enseñanzas de la Madre María, convertiremos a ser perfectos según el camino que Dios nos concede especialmente, a través de la Madre, con la Madre, dentro la Madre y con toda la corte celestial, para celebrar el día que resucitó con nosotros.
Ofrezca una oración a San José, a los tres Arcángeles: San Miguel, San Gabriel, San Rafael y todos los arcángeles; los ángeles de la guarda, todos los demás ángeles y todos los santos; para pedir su intercesión. Amén.
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