Las Nuevas Revelaciones a Través de la Eucaristía

Perseveramos a Través de la Pandemia

Este es un mensaje inspirado por el Espíritu Santo a través de la mensajera, Lucia Phan, al practicar Las Seis Postraciones.

21 de mayo de 2020

Lucía:

¡Oh Dios! Son las 12:06 del jueves 21 de mayo de 2020 en la Capilla de Emaús.

Hoy los sacerdotes aún no han llevado oficialmente la custodia de Jesús Eucarístico a la capilla para la adoración.

Éste sigue siendo el lugar donde Dios nos concedió su presencia durante casi diez años.

Seguimos adelante.

Incluso durante los días de la pandemia, Dios nos permite venir todos los miércoles, y asistimos de vez en cuando.

Hoy es el día en que pudimos venir, para estar más serenos, elevarnos a la Eucaristía.

Creemos que hoy no hay custodia, pero Dios sigue presente en medio de nosotros como cada semana.

¡Oh Dios! También debo decir esto: te agradezco mucho por toda nuestra labor.

Aunque los últimos días estuvimos ocupados y no prestamos mucha atención, seguimos adelante para reconocer lo que debemos hacer en nuestra vida.

Ésta es la hora en que rezamos y expresamos nuestras oraciones.

También tenemos los hermanos y hermanas que hacen diferentes obras y nunca faltan, para estar cerca de Jesús Eucaristía, aunque la Eucaristía no está oficialmente expuesta en la Capilla de Emaús por la pandemia, sigue presente de forma espiritual en este recinto sagrado y hemos venido para acompañarlo.

Hoy, jueves 21 de mayo de 2020, celebramos el día en que Jesús asciende al Cielo. (1)

Este año, especialmente en estos últimos meses a raíz de la pandemia, hemos estado en una situación de días restringidos.

Es de resaltar que por la propagación del virus sólo un 25% de los feligreses están asistiendo a la celebración eucarística, con ciertas medidas de precaución como el uso de mascarillas; pero nosotros confiamos en Dios, que es Señor del amor, sin importar las diversas situaciones que se siguen presentando Él nos protege en todo momento ya sea que estemos sanos o enfermos, decepcionados o miserables. Dios siempre está a nuestro lado y nunca nos deja. Debido a la situación social esta capilla está sola, sin nadie que venga a adorarlo, por eso hemos venido a reencontrarnos con Él, aunque no esté expuesto en la custodia.

Creemos que Dios está presente y está en medio de nosotros, especialmente hoy en la Solemnidad de la Ascensión de Jesús.

En otros años por este día, Dios ha permitido que reciba su palabra. También, siento que los Apóstoles estaban extremadamente tristes, porque siempre estuvieron acompañados de Dios y predicaron la palabra a diferentes lugares; entonces Jesús murió en la Cruz, y resucitó gloriosamente, y permaneció en el mundo durante cuarenta días.

Hoy Jesús regresa oficialmente al Cielo.

Esto se repite durante la Semana Santa de este año, en la Sexta Semana.

Hoy Jesús asciende formalmente al Cielo en cuerpo y alma, les prometió a los apostales la venida del Espíritu Santo; entonces los apóstoles lo recibieron. Hoy es jueves, pero la Iglesia reprograma esta ceremonia al domingo para que sea más solemne.

Aunque el número de personas que asisten a Misa es solo del 25%, la Solemnidad de la Ascensión de Jesús es una gran celebración, especialmente para cada cristiano y conmemorar con reverencia su gloriosa resurrección (2).

Permaneció con la humanidad y luego regresó a Su Padre en el Cielo.

Su Padre es también nuestro Padre, como Jesús les dijo a los apóstoles.

Hoy en día, hay muchas cosas en nuestra mente para que meditemos cuando Jesús dejó este mundo. Él aún no ha regresado en cuerpo, pero permanece entre nosotros a través de la Eucaristía, para que lo adoremos, alabemos, glorifiquemos, honremos y conmemoremos respetuosamente.

En un día como hoy, Jesús y los apóstoles oraron en la montaña. Desde allí, Jesús ascendió a los Cielos y los apóstoles observaron hasta el último instante en que desapareció.

Verdaderamente fue un momento emocionante y emotivo.

Ciertamente, los santos apóstoles estaban tristes y desconsolados cuando su Maestro dejó el mundo.

A partir de ese momento debieron sentirse solos, sin la persona a quien más amaron, con la que estuvieron cerca todo el tiempo.

El Señor se hizo presente en Jesús a través del amor como Ser Supremo que se preparó y ascendió al Cielo. Ésa es la salvación y el amor de Jesús por los apóstoles, la inconmensurable Divina Misericordia de Dios Padre que se convirtió en Espíritu Santo y derramó abundantes gracias sobre los apóstoles para que proclamaran el Evangelio con valentía, perdiendo el miedo a tal punto de sacrificar su propia vida a cambio de llevar la palabra.

Es por ello que, en este siglo, seguimos alabando, honrando el día en que Dios ascendió al Cielo, y recordamos con reverencia todo lo que Dios hizo. La sociedad aún se llena de fe, de confianza, en el Señor Jesucristo, el Resucitado.

En la Sexta Semana de Pascua, el Señor Jesús completó el programa y regresó a Dios Padre.

Cuando regresó al Cielo intercedió ante Dios Padre para que sintiéramos el amor vivo a través de la Divina Misericordia.

¡Oh Jesús, ciertamente cuando dejaste el mundo también estabas emocionado!

Tenías muchas recomendaciones para los apóstoles.

Tuviste tanto amor al aconsejar a tus discípulos.

Incluso después de dos mil años, el Espíritu Santo se manifiesta para que podamos entender todo esto, a través de una conexión espiritual, ya que Dios nos eligió y nos concedió para continuar con sus planes para cada uno de nosotros.

En un espíritu de acción de gracias y alabanza, nada es una coincidencia.

Todos los miércoles nos reunimos, pero ¿por qué cambiamos el día de esta semana al jueves? Porque el jueves es justo la solemnidad de la Ascensión de Jesús.

Tantos recuerdos, tantas cosas, como los apóstoles derramaron lágrimas.

No se registró, pero los apóstoles eran personas como nosotros. También tenían sentimientos, emociones.

Cuando volvieron a mirar los recuerdos con su Maestro, se sintieron aún más afligidos por el momento en que su Maestro cuando más los necesitaba, lo dejaron solo frente a la muerte en la Cruz.

Éstas son cosas que debemos experimentar.

Sin embargo, Dios sigue siendo el Señor del amor, les dio la oportunidad y eligió a los santos apóstoles para que fueran sus testigos.

Su amor por los apóstoles sigue siendo el mismo, aunque en el momento en que tenía la mayor necesidad en el Vía Crucis, no había nadie más excepto San Juan, Su Madre María y Santa María Magdalena.

¿Dónde estaban todos los santos apóstoles que diariamente estaban a su lado? Hoy vemos cómo somos los que solo sabemos las cosas en la realidad, pero Dios sigue siendo el Señor rico en Su Divina Misericordia.

Él perdona todo, para que tengamos la oportunidad de unirnos, volver y amar como Él lo hizo. Es por ello que Dios nos concedió la gracia del Espíritu Santo, para que tengamos la sabiduría, la luz, vivamos con dignidad y usemos los dones para honrar y glorificar a Dios. Amén.

¡Oh Dios! Son las 12:23 del jueves 21 de mayo de 2020 en la Capilla de Emaús de la Iglesia de Santa Teresa.

Nos volvemos hacia el lugar donde en los últimos años estaba la custodia, para levantar oraciones y ofrecer con reverencia Las seis postraciones.

Después de cada misa, siempre teníamos la oportunidad de ofrecerlas. Aunque hoy no hay adoración en esta capilla, hemos venido porque hemos sido testigos de innumerables actos de Dios y enseñanzas.

La presencia de Jesús Eucaristía permanece en nosotros hasta el día de hoy, incluso con la llegada de la pandemia.

Notamos que la capilla está vacía y tranquila, hay menos estrés y ansiedad.

Se abrió la iglesia y cerca del 25% de los feligreses regresaron, pero aún con limitantes no logramos tener la misma libertad que en días pasados; sin embargo, bajo cualquier circunstancia, creemos que la presencia de Dios siempre está con nosotros, principalmente en la sexta semana del tiempo de Pascua. Hoy también, es el día que la Iglesia registra oficialmente en el libro el día que Jesús asciende al Cielo. Estamos convencidos que hace dos mil años, por esta fecha, los once apóstoles fueron con Jesús a una montaña a orar y luego presenciaron la nube que cubrió a Jesús y se lo llevó.

Jesús de vuelta al Cielo: por favor, recuérdanos como pecadores: impotentes, débiles y siempre tropezando en la vida.

En ese momento Jesús les encomendó a los apóstoles: “vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio”.

Esta frase se repite una y otra vez mientras levantamos respetuosamente la Cuarta postración en honor a la Eucaristía, presente en el tabernáculo.

Es a través de la custodia que tenemos la oportunidad de contemplar y permanecer con Dios, con los horarios de culto de acuerdo a la parroquia donde vivimos.

¡Oh Jesús Eucarístico! En primer lugar, damos gracias por estar aquí, con la tranquilidad de estar solos ante tu presencia sin interrumpir a otros hermanos y hermanas cuando vienen a orar.

Solo sabemos que: estás esperando a que vengamos para darnos la fuerza, la gracia, para elevar una oración en nombre de todas las personas y clases sociales.

Especialmente aun cuando la pandemia sigue vigente, existen temores y precauciones. Hoy en los templos, las personas deben usar máscaras para recibir la Comunión, el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Ya no son los días de recibir al Señor en la lengua, sino en la mano.

De cada uno de nosotros depende tener las manos preparadas junto con nuestro corazón para ser dignos de recibir al Señor.

Continuando con la historia que abarca dos mil años, la gente aún no comprende el amor a través del sacrificio de Dios.

Todo lo que necesitamos en este mundo proviene de Dios, el Ser Supremo que planea y organiza.

Cada acción y cada oportunidad no la hacemos nosotros espontáneamente, sino que es Dios, el amoroso Ser Supremo, quien nos invita y nos da la oportunidad.

En este momento, elevamos una oración a Dios Padre. Damos gracias por darnos a Jesús, al Espíritu Santo, el Ser Supremo en quien confiamos.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, las tres Personas en un Dios, la Trinidad divina es un misterio realmente difícil de entender, pero que en el espíritu es profundidad y altura.

Damos la bienvenida a la presencia de Dios para que vivamos dignamente, para recibir el amor a través de la Divina Misericordia que Él concedió a todos nosotros y a todo aquel que cree en Él, para que sea su testigo.

Dios nos enseña a seguir dando testimonio de la verdad otorgada a todos a través de la conciencia de la reciente pandemia, y también pedimos ser sanados de la plaga del alma presente en cada ser.

Los ojos de la fe son débiles por lo que no podemos ver las cosas de la verdad que Dios nos concedió.

En este momento, solo podemos agradecer y alabar a Dios.

Elevemos estas palabras a la primera persona de la divinidad: a Dios Padre. Demos gracias a la Madre María que siempre nos enseña a ofrecer la acción de gracias y alabanza, en nombre de muchas personas que no saben y no creen; pero la infinita Divina Misericordia de Dios siempre espera y le da a esa persona la oportunidad de arrepentirse y volver a reconocer Su amor, la ilimitada Misericordia Divina concedida, que es el único fundamento y punto de apoyo en este siglo.

Ahora que en unidad representamos a nuestros hermanos y hermanas en el grupo, nuestras familias, nuestras parroquias, el clero, cerca y lejos, junto con todas las personas del mundo, para orar a Dios Padre.

Padre, por favor, ten piedad y escucha nuestras oraciones, interviene por nosotros, perdona nuestras imperfecciones y debilidades.

Ahora, ofrecemos respetuosamente la Primera Postración a Dios Padre:
¡Oh Dios Padre, te adoro, te doy gracias, te alabo y te honro.

Hoy, con mis hermanos y hermanas, nos regocijamos en la celebración de la Solemnidad de la Ascensión.

Si fuese como en años anteriores, seguramente habría una gran multitud de feligreses debido al significado de este día.

Así que la celebración del domingo será más solemne y contará con más gente, pero para nosotros hoy sigue siendo el día principal.

Agradecemos a Dios.

Después de la resurrección, se quedó con los apóstoles 40 días y también se quedó con nosotros durante ese tiempo. Cuando nos sentimos solos, asustados, en una situación en la que nuestros semejantes han muerto en esta pandemia que amenaza a todas las clases de personas, sin distinción, pero en la vida de fe no podemos rechazar las obras necesarias de quienes reconocen la importancia de practicar y profesar a Dios. Que todo vuelva a mejorarse en nombre de Dios.

¡Oh Dios Padre! En el Nombre del Señor Jesús, hoy es su día, te presentamos todas las necesidades de la sociedad y del mundo.

Lo más importante es que te alabamos y te agradecemos por darnos a tu Hijo unigénito Jesucristo, que se sacrificó hasta el último momento.

Él resucitó gloriosamente y nos trajo una nueva doctrina, trascendiendo el espacio y el tiempo, con las limitaciones del cuerpo humano, para volver al Señor del amor, de la Divina Misericordia, el eterno y benévolo, que nos perdona y nos acepta a todos, para que seamos hijos que se unen para alabarlo y glorificarlo.

¡Oh Dios Padre, todavía hay muchos problemas que vemos en la vida!

En verdad, no tenemos días de paz, que son los sueños más humildes, pero nuestra nación experimenta todos los desastres que han sucedido, ya sea de forma natural o provocada por el hombre.

No lo sabemos, pero Dios también nos da la oportunidad de entender lo que está a nuestro alrededor, de practicar con nuestros hermanos, con nuestros hijos, para que ellos entiendan lo que Dios concede y nos da de manera especial, para ayudarnos en el camino de santidad, con la virtud necesaria para dar testimonio del Señor Jesucristo, nuestro Dios.

Nos condujo al amor de Dios Padre y nos ayudó a comprender la Divina Misericordia, el espíritu de enmienda, la vida profunda en el amor dado por Dios, para que aprendamos a creer y confiar en Él que nos amó infinitamente para permanecer unidos a Él todos los días.

Que se nos recuerde vivir plenamente con el amor y la Divina Misericordia que Dios nos concede siempre.

Recordamos elevar a Dios la situación de nuestro país de nacimiento.

En comparación con el mundo, la población vietnamita no es tan grande.

Hubo ciertos eventos inevitables.

No sabemos qué está sucediendo; existe la posibilidad de abuso y explotación a través de la lucha política, pero nuestro país enfrenta dificultades y no puede hacer frente a los millones de personas que planean regresar o ingresar a Vietnam.

¡Oh Dios! Vietnam es un país muy pequeño, en forma de S, con muchas historias. Hoy, con la reciente pandemia, todavía existen muchas incertidumbres y tribulaciones: la entrada forzada del pueblo chino.

Vietnam se encuentra en una situación muy tensa.

En este evento reciente, solo sabemos elevarnos a Dios.

Es por Vietnam y el pueblo vietnamita que Dios concedió particularmente a lo largo de los años, y varias personas regresaron y querían que la vida fuera lo más normal posible, como Dios lo concedió.

Hoy pido a Dios por el desastre actual que recientemente hizo que muchas personas perdieran sus casas.

Con esta situación, es una idoneidad o una disposición para que el pueblo chino ingrese al país.

¿Cómo puede Vietnam, un país débil, hacer frente a la cantidad de personas de un país poderoso? Como somos vietnamitas, pedimos a Dios en los últimos días, sin importar los errores, imperfecciones y debilidades. Dado que la mayoría de las personas que creen en Dios es menos del 10%, creo que Dios es justo.

Cada quien tiene el derecho de tomar sus propias decisiones, para que veamos que nuestros esfuerzos producen buenos resultados, para que Dios nos proteja.

Dios, por favor, protege a Vietnam, al pueblo de Vietnam, para que reconozcan quién es Dios, el único Ser Supremo en el que podemos confiar.

Si Vietnam cae bajo el control de esos países sin libertad religiosa, ¿cómo será el país en los próximos días? Simplemente confiamos en Dios.

Que la justicia de Dios se cumpla en la vida social.

En diez días vendrá el Espíritu Santo.

Que Él ilumine y guíe a todos los que están perdidos.

Aunque tememos que enfrentarnos a la pandemia, seguimos persiguiendo intereses personales en la vida.

Dios: ayúdanos para que los justos tengan más valor, fuerza, triunfen y traigan esperanza, paz y libertad al mundo entero.

Agradecemos, alabamos y glorificamos a Dios.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga.

Que podamos continuar con la vida de testimonio y levantarnos con fervientes palabras desde esta tierra.

Aunque son palabras insignificantes, provienen de un corazón sincero.

Que Dios planee, disponga y decida el mundo de acuerdo con Su voluntad para que la gente regrese, se postre, adore, honre, agradezca, conozca y crea en el Ser Supremo, para ser rescatados y salvados.

Le pedimos perdón a Dios y oramos para que Dios tenga misericordia.

Que Dios tenga piedad y nos ayude en el camino para convertirnos en personas que merezcamos proclamar el Evangelio, ser mensajeros como Dios planea en medio de la confusión, muerte, ciencia y tecnología, que nos aleja más de Él.

Todas estas cosas no provienen de nosotros, sino que son impulsadas por Dios.

Simplemente lo adoramos, alabamos, glorificamos y lo honramos.

Dios, por favor, quédate con nosotros, santifícanos, transfórmanos, escucha nuestras oraciones y perdónanos, para que seamos dignos de recibirte todos los días en nuestros corazones, para apreciarte con reverencia y amarte para que seamos felices a tu lado.

Elevamos una miríada de gracias a Dios. Alabamos y glorificamos a Dios.

Levantamos respetuosamente La Segunda Postración a Jesús.

¡Oh Jesús, te adoramos, te alabamos y te glorificamos!

Te honramos y te agradecemos por darnos la oportunidad de hacer hoy penitencia, de agradecer, de conmemorar el día en que ascendiste al Cielo, y de meditar el día en que los santos apóstoles presenciaron la gloriosa presencia.

Jesús enseñó a los santos apóstoles en los días posteriores a su resurrección: los fortaleció, les concedió gracias y más fe para recibir el Espíritu Santo y comprender plenamente sus enseñanzas.

Hoy, con la segunda postración, representamos a todas las clases sociales especialmente los que sufren por esta pandemia.

Ya sean católicos o no católicos, la Iglesia, los laicos que son gente pequeña, o personas que aún no saben ni creen, a raíz de la pandemia algunos se han arrepentido y reconocieron quién es el Todopoderoso, quién es el Señor Jesús.

Él fue Aquel que estuvo de acuerdo en ser crucificado, que murió por la humanidad y luego resucitó gloriosa y triunfalmente.

En la sexta semana de Pascua, particularmente hoy, asciende al Cielo.

¡Oh Jesús!, antes de regresar al Cielo, seguramente concediste muchos favores a los apóstoles, especialmente con los días en que fueron enseñados por ti, los días a tu lado, en los que sabías que regresarías al Cielo.

No podemos ir, pero esperaremos tu venida; luego, guiarás a los que te pertenecen para que te sigan y vuelvan a ti.

¡Oh Jesús!, Segunda Persona de Dios, durante casi diez años no hemos encontrado tu cuerpo, pero sí en tu presencia gloriosa en la Eucaristía, la forma como nos has visitado.

Ya sea un encuentro a través de fotos o mediante milagros en esta capilla o donde sea, cuando permitiste entonces el milagro apareció como una cercanía entrañable que nos recordó que siempre concedes a la humanidad en este mundo.

¡Oh Jesús! Que todos crean en ti. Que todos comprendan hoy el significado de la historia.

Que este día sea el primero para que la humanidad abra su corazón para experimentar lo que a través, de tu gloriosa resurrección, Jesús, enseñaste e hiciste por el mundo.

Hoy, después de dos mil años, hay descendientes que aún no comprenden, ni saben de ti, pero tu presencia real nos consuela en la pandemia y nos ayuda a salir del miedo que nos ata.

Elegimos un lugar para orar a Dios, para levantar con reverencia las palabras sinceras y Las Seis Postraciones son una opción para cada persona.

Levantamos cada situación, dificultad, alivio, y cada decisión en la vida para que no nos extraviemos ni estemos divididos, y no queremos decepcionar a Dios.

¡Oh Jesús! Eres la Segunda Persona de Dios, hoy nos regocijamos porque dijiste: ”Debo volver a mi Padre”.

El mundo de la humanidad fue creado para que tengamos un padre, una madre.

No hay ningún otro lugar para nosotros donde recostar la cabeza sino en el pecho de nuestros padres, y mantener a nuestras madres en nuestros corazones. Hoy es un día feliz en el mundo.

Hoy, cuando Jesús asciende al Cielo, los santos apóstoles ya no tendrán la oportunidad de apoyar la cabeza en el pecho del Señor, como lo hizo San Juan en la Última Cena, ni habrá oportunidad de conversar como siempre pedía San Pedro.

Todos los apóstoles estuvieron siempre al lado de Dios para preguntar y escuchar la enseñanza de su Maestro.

Hoy, Dios da poder oficialmente a todos los santos apóstoles, les da la capacidad de sanar, llevar una vida de predicación y establecer la Iglesia.

Dios les dio poder y ascendió al Cielo.

Hoy podemos encontrarnos con la Eucaristía, que es la prueba de tu promesa de permanecer con nosotros.

Todo se vuelve bueno por la fe, y solo con ella podemos tener la oportunidad.

¡Oh Jesús! Segunda Persona de Dios, te adoro, te honro y te agradezco.

En toda ocasión, estas palabras se repetían.

Cuando consideramos nuestra condición humana como una persona común, nos damos cuenta de cuánto nos ama Dios.

Murió por nosotros.

La aterradora pandemia que hoy afecta al mundo entero es una marca en nuestras almas y una experiencia particular en la Sexta Semana de Pascua.

Dios todavía nos da la oportunidad de encontrarnos con Él en privado, lejos del mundo contaminado y de una sociedad agobiada por muchos problemas.

Todavía tenemos días de paz a su lado, días en que creemos en su presencia, días en que nos deja sentir el momento en que se fue.

Aunque sus apóstoles siempre expresaron sentimientos de tristeza, de amor, definitivamente Jesús debía regresar a Su Padre en el Cielo.

El Padre de Jesús es también el Padre de la humanidad, nuestro Padre celestial.

El Espíritu Santo es de Dios Padre y Jesús.

Éste es un misterio sublime que no se puede explicar: un Dios en tres Personas, tres Personas en un Dios.

La Segunda Persona se encarnó y murió para expiar los pecados de la humanidad.

Completó el programa y regresó al Cielo.

Todo lo que hizo y nos concedió, a través de la Iglesia, de los santos apóstoles, siempre quiere que nos unamos, que colaboremos, obedezcamos, escuchemos, para que todo lo que le pertenece nunca se desvanezca a pesar de muchos años de espera.

Todas las cosas de este día, seamos dignos o indignos, Dios sigue siendo el Señor que nos ama, sigue siendo la voz que nos ayuda a superar las pruebas, las enfermedades, los sufrimientos, de la plaga del alma, de la pandemia provocada por el hombre.

En la Misa de hoy, Dios recordó a los apóstoles que permanecieran en la ciudad esperando la llegada del Espíritu Santo.

Lo que sabemos, es que cuando venga el Espíritu Santo, el Paráclito, lo entenderemos a través de Su enseñanza.

Él es el amor, la luz, la verdad y la vida.

Viene del Padre y del Hijo para conceder formalmente a la humanidad esa sublime y más grande maravilla.

¿Cómo podemos los seres humanos ser dignos y merecer estos privilegios especiales? Dios nos mira por nuestra condición ordinaria, como otros, somos débiles y pecadores, humildes y frágiles, que caen y vacilan fácilmente.

Dios todavía ama.

Ama de una manera especial.

En ese entonces, Dios amaba a los santos apóstoles.

Hoy ama a la Iglesia y a sus ovejas.

Dios, acuérdate de nosotros cuando regreses al Cielo.

Por favor, ten piedad de nosotros y perdona nuestros errores del pasado.

Dios, por favor ayúdanos a entender más de la vida, para que avancemos con firmeza, caminemos contigo, vivamos una vida de audacia y valentía, para profesar por obra, por fe, por el amor que tú anhelaste ansiosamente, el mismo amor que nos diste a cada uno de los pecadores.

Gracias al amor en esa gracia santificante, nos transformamos para que seamos dignos de tu presencia.

Ofrecemos reverentemente en el día que Jesús ascendió a los cielos y se despidió de los apóstoles quienes lo miraban con ojos afectuosos, llenos de lágrimas, viendo a Jesús ascender.

A través de ese sentimiento, ¿cuál fue el estado de ánimo de los apóstoles? Seguramente fueron como nosotros, con momentos de alegría, tristeza, estrés.

Hay momentos que nos pertenecen y momentos que realmente necesitamos para escuchar y orar y suplicar a Dios que nos ayude a estar alertas.

Elevamos palabras sinceras con respecto a todos los problemas que enfrentamos en el mundo, pero especialmente hoy, un día de vida que Dios nos concede.

Dios, por favor, recuérdanos, perdónanos, ayúdanos a madurar en tu gracia, para que meditemos, experimentemos, estemos determinados a abandonar nuestros pecados y debilidades, y maduremos para regresar.

Que escuchemos tu palabra para que vivamos con madurez y seamos dignos del amor que tú nos otorgas.

¡Oh Jesús! Segunda Persona de Dios, te adoro, te honro y te proclamo entre todas las personas.

Dios, continúa otorgándonos la perseverancia en la fe, y la amplitud a través de la experiencia de tu palabra.
Que en nuestra vida diaria, así como en la vida de dificultades, te pertenezcamos.

Dios, por favor, planifica, ordena, condúcenos cada día en nuestra madurez para amarte más, encomendarte todo, para que decidas según tu santa voluntad, para que nuestra vida sea buena.

En estos momentos, unidos, suplicamos a Dios que tenga misericordia de nuestra Iglesia.

Ciertamente, éste es un día para que los cardenales, los obispos y el clero también mediten profundamente el Evangelio para comprender este día, con el sentimiento que Jesús concede de manera especial a sus apóstoles.

Estos últimos días son los que les enseñó a los apóstoles muchas cosas y las concedió a la Iglesia.

A través de la pandemia, que nuestra Iglesia se arrepienta de todo lo malo.

Dios, por favor, bendícenos, porque todo cambió.

Hay tantas pruebas para la Iglesia y para todos en todo el mundo.

Desde el amor, la infinita Divina Misericordia, las leyes de la caridad, todas las cosas buenas que Dios concedió, entonces ofrezcamos un pequeño sacrificio para orar para que el mundo vuelva su mirada a Dios, para que las personas lo reconozcan y lo amen.

La gente se da cuenta de cómo la vida tiene innumerables desafíos, pero solo confiamos en una cosa: solo llegamos al amoroso Ser Supremo, rico en Misericordia Divina: aunque Él asciende hoy al cielo, Su presencia permanece con nosotros por los siglos de los siglos.

Por esos aspectos, creemos y confiamos.

Que Dios perdone al mundo, a cada pecador como nosotros, a toda la humanidad.

Que todos nos arrepintamos, reconozcamos la gracia de Dios, seamos marcados en la Solemnidad de la Ascensión 2020 que Jesús concedió y nos dio los favores para recordar por siempre.

Que seamos conscientes del don que nos enseña la Madre para preparar el sentido de este año.

Con un espíritu de gratitud, esperanza y confianza, Dios santifícanos y transfórmanos.

Que recibamos el amor para que se grabe diariamente en nuestro corazón, para que cada persona lleve a cabo la misión que Dios nos dio, para recordar con reverencia el día en que no podemos ser libres, pero junto con la comunidad, bendecimos, alabamos y glorificamos a Dios, para que contemplemos la grande y sublime presencia de Jesús.

Después de más de dos mil años, la promesa de Dios todavía resuena en nuestro corazón, alma, pensamiento, vida, y en la Iglesia, para que los fieles recuerden con reverencia Su enseñanza, para que esperemos el día en que el Espíritu Santo venga a nosotros como Él lo prometió a los apóstoles.

Hoy Dios también le está hablando a cada persona, en la pandemia, a través de pruebas, a través de días de sufrimiento, días en los que las personas eligen ver lo que les pertenece, o perder, según lo que ellos mismos decidan.

Que tengamos paz en el alma, y que el mundo pueda distinguir entre el bien y el mal, y reconocer lo mejor que Dios nos concede, para que le pertenezcamos, invocar Su Nombre, y agradecerle.

Alabamos y honramos a Dios.

Por favor, ilumínanos, para que siempre creamos, confiemos y practiquemos lo que Dios enseña para que nuestra vida sea digna.

Que perseveremos en momentos de dificultad como es la pandemia.

Tengamos presente a Dios.

Levantamos y confiamos en Dios.

Dios, por favor, sánanos y condúcenos a un mundo feliz y pacífico.

Elevamos al Señor Jesucristo, nuestro Dios, el día que asciende al Cielo, para planearnos el día en que regresará para traernos de regreso con Él, como lo prometió a través del Evangelio. Amén.

Ofrecemos con reverencia La Tercera Postración al Espíritu Santo.

¡Oh, Espíritu Santo, te adoramos, te damos gracias, te alabamos y te honramos!

Hoy nos colocamos ante tu presencia y tu gracia.

Con la fuerza de tu amor nos ayudarás a superar los desafíos, para permanecer en la confianza, la esperanza y la fe; aunque nuestras acciones sean insignificantes, nos llenamos de tu presencia e inspiración.

¡Oh, Espíritu Santo!, danos la sabiduría para admitir nuestras imperfecciones, debilidades, pecados y así reconocerte en medio de nosotros.

Sin ti no somos nada en esta vida.

¡Oh, Espíritu Santo!Tú eres la luz, la verdad que nos guía en las tinieblas.

Tú eres el Dios tierno con un amor verdaderamente vivo que nos ayuda a superar las pruebas, los sufrimientos y los desafíos.

¡Oh Espíritu Santo!Tu sublimidad es permitirnos saber que las mejores cosas vienen de Jesús y nos llevan al amor, a través del Dios de la Divina Misericordia que el Padre concedió para toda la humanidad.

Los seres humanos nos caracterizamos por ser traidores, pecadores, débiles; pero con tu apoyo, si demostramos un corazón contrito y arrepentido, obtendremos de nuevo la misericordia de Dios para volver a empezar.

¡Oh, Espíritu Santo! La historia nos recuerda como el día de hoy Jesús regresa al Cielo, dejándonos a cargo la Iglesia y a sus ovejas. Por ello, Dios nos permite conmemorar y revivir el gran logro de cuando vino al mundo y luego regresó al Cielo, completando el plan de salvación.

Dios dejó que las cosas se registraran vívidamente en espíritu y fe para que sepamos lo que nos pertenece.

Oramos, confiamos y encomendamos todas estas situaciones que estamos viviendo en las que se pone de manifiesto una batalla espiritual, entre el bien y el mal, entre la fe y la indiferencia. Confiamos en que el bien y la fe saldrán victoriosos.

Cuando las cosas cada día son más asombrosas, por el desastre de la pandemia, es necesario un despertar para reconocer todo lo bueno que Dios ha hecho por nosotros desde el principio de los tiempos.

Lamentablemente, no hemos valorado el amor de Dios. Él nos da todo lo que hay a nuestro alrededor desde lo más básico como es el aire hasta todas comodidades de la vida, por ello de nosotros depende aceptarlo y reconocerlo o no.

Es preocupante saber: ¿cuántos de nosotros pensamos en pasar el tiempo meditando en silencio o alejándonos del bullicioso mundo para venir a Él?

¡Oh Dios!, aunque somos ciegos, todavía hay personas santas y virtuosas en este mundo que dieron su vida para consagrarse a ti.

Hay sacerdotes respetables, buenos y religiosos, que son personas ejemplares, pero, por otro lado, hay muchos sacerdotes que nos decepcionan, porque la época de la civilización y la sofisticación los sedujo y los hizo estremecerse y caer en situaciones lamentables.

¡Oh Señor!, te los ofrecemos.

También, reconocemos que somos pecadores, frágiles y miserables.

Sin ti no podemos hacer nada.

Ya sea correcto o incorrecto, bueno o malo, verdadero o falso, dejamos todo en manos de Dios. No tenemos derecho a decidir o juzgar, los colocamos ante tu presencia.

El Espíritu Santo nos ayuda a conocer la verdad, nos concede sabiduría y luz, nos ayuda a comprender el significado de la vida, y a decidir sobre las buenas y las malas acciones, pasadas y presentes, para que las practiquemos o elijamos plenamente.

¡Oh Espíritu Santo!
Éste es un tiempo para colocar el mundo entero en tu presencia sin distinción alguna.

Por favor derrama tu gracia abundantemente sobre todas las clases sociales, cada puesto, cada función, cada laico y la Iglesia, con aquellos que tienen autoridad hoy.

Ayúdanos a entender lo que tú quieres para que este mundo sea pacífico y feliz, para que cada uno de nuestros corazones se abra al amor de Dios en solidaridad y unidad.

Aleja de nosotros lo que es contrario a tu voluntad, a lo que pertenece al mundo, que nos hacen estar turbados, inestables, ansiosos, con muchas deficiencias.

¡Oh Espíritu Santo! El sabio Ser Supremo, por favor, sé la luz en medio de la oscuridad y las dificultades de los últimos días, como es la pandemia.

Te lo encomendamos, porque solo tú eres el Ser Supremo que nos sana.

Tu presencia nos ayuda a no caer en las trampas, y también nos enseña a enfrentarnos a todo.

Que cada persona se arrepienta y haga penitencia, vuelva a Dios, reconozca el bien, elimine el mal, distinga entre lo verdadero y lo falso, lo correcto y lo incorrecto, para que siempre le pertenezcamos a Dios en una fe que tiene sacrificio, amor y perdón.

Ayúdanos a confiar para siempre en Dios.

Siempre necesitamos a Dios, porque solo Dios es el Ser Supremo sabio y omnisciente, mientras que nosotros somos de mente muy estrecha, no bien informados, y poco hemos aprendido.

Que Dios nos ayude a ser humildes y aprender las mejores cosas a través de la Madre María.

A través de la intercesión de la Madre, le pedimos que nos lleve al Espíritu Santo, para que lo recibamos.

La Madre nos enseña a rezarle al Espíritu Santo, a pedirle que nos ayude en los caminos que vamos tomando, rodeados de dificultades, porque hay muchas cosas inapropiadas en la vida.

Cuando elegimos a Dios, dejamos que Él haga su voluntad y regresemos al Dios del amor y la Divina Misericordia, a través de la guía iluminada del Espíritu Santo.

Te adoramos, te alabamos, y te glorificamos, Señor nuestro, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Ofrecemos con reverencia La Cuarta Postración al Santísimo Sacramento del Altar.

¡Oh Jesús Eucarístico, hoy es un día para recordar tu Ascensión y la institución del Santísimo Sacramento!

Cuando el Señor entró en la Última Cena, estableció el Santísimo Sacramento para permanecer con los santos apóstoles.

Se humilló a sí mismo para convertirse en Hostia, para permanecer en el mundo, con la Iglesia, con cada oveja de Dios, y esto continúa hasta el día de hoy.

Esa presencia y esa promesa aún están con nosotros.

¡Oh Jesús Eucarístico, lo que te ofrecemos respetuosamente hoy es conmemorar con reverencia la historia del día en que Jesús ascendió al cielo en la Sexta Semana de Pascua!

Durante los últimos diez años presenciamos a Jesús Eucarístico que vino y visitó el mundo de la humanidad.

Él está entre nosotros y fortalece la vida de fe de los corazones y las almas que escuchan y reconocen esta verdad.

¡Oh Jesús Eucarístico, eres amor!

Permaneces en silencio, protegiendo a los niños que vienen a adorarte en la Eucaristía.

Oh Jesús Eucarístico, te alabo, te adoro, y te glorifico en medio de nosotros a través de la Hostia consagrada protegiéndonos en medio de la oscuridad; tú eres la luz, el amor, la verdad, la alianza en estos tiempos.

No somos dignos de tu presencia, pero tú nos llenas de amor.

La Divina Misericordia nos dio la oportunidad de ver y contemplar tu gloria, a través de tu presencia en la Eucaristía, para encender la fe en la humanidad entera.

Las obras de Dios continúan brillando, iluminando y ayudándonos a reconocer Su poder.

Dios concede a todas las clases sociales para que sepan y reconozcan la fuerza del Espíritu Santo, quien es el Ser Supremo que nos permite encontrarnos abiertamente en la espiritualidad, y que está presente en el mundo entero.

Él nos acerca a Jesús Eucarístico para que veamos el grande e inmenso tesoro que debemos experimentar por el amor.

Ese amor es una expresión del Espíritu Santo para darnos la sabiduría, el entendimiento para encontrar la verdad en nuestras vidas.

Dios nos prueba en la fe que se hace presente en la vida de cada persona.

¡Oh Jesús Eucarístico, es por amor que permaneces con la humanidad, te conviertes en todo momento en el alimento espiritual!

¡Oh Jesús Eucarístico, te damos gracias!

En este lugar hubo muchas manifestaciones milagrosas por tu gracia.

Los tiempos pasados fueron maravillosos, nos preparaste y nos enseñaste a aceptar situaciones difíciles de acuerdo a tu voluntad.

Hoy pensamos que podemos salir adelante de las situaciones difíciles como es la pandemia.

Sabemos que Dios quiere que seamos libres, con ganas de seguir adelante aunque no tengamos aliento para hacerlo. Dios toma el control de nuestras vidas, somos débiles y pecadores, ¡ayúdanos!

La humanidad entera, incluyendo los líderes, solo quieren alcanzar sus metas, sin importar los valores o principios para actuar en contra de la voluntad de Dios, quitando todo aquello que le incomoda.

Jesús Eucarístico está presente y ve todo, Él escucha a sus hijos que oran, suplican y tienen miedo cuando vienen a postrarse también, visualiza a los niños ingratos e indiferentes que no confían plenamente en Él.

¡Oh Jesús Eucarístico, hoy venimos a este lugar a solas y no hay custodia!

Pero en este lugar, durante casi diez años Dios estabas aquí, todos los días.

Dios siempre estuvo presente con nosotros.

Dios siempre nos dio el privilegio de alejarnos del ruido para ofrecer oraciones, en nombre de todos los hermanos y hermanas del mundo.

No solo esta vez, sino que oramos para saber claramente lo que nos pertenece y lo que Dios quiere que practiquemos.

¡Oh Jesús Eucarístico, reconocemos tu ternura!

Que podamos regresar a través de tu mensaje, para someternos, postrarnos, profesar al Ser Supremo que nos concedió de manera especial, y que el reino divino y la espiritualidad estén presentes entre la humanidad.

Que todos se unan, escuchen, adoren y sirvan a Dios, y se consagren con palabras sinceras y fervientes.

Dios, por favor, acéptanos y escúchanos, para que crezcamos en ti cada día, para ser dignos de la luz que nos envuelve para sacarnos de la oscuridad, para que te pertenezcamos por siempre.

Te lo pedimos en el Nombre de Dios, nuestro Señor, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Ofrecemos con reverencia La Quinta Postración a las Cinco Santas Llagas de Jesucristo.

¡Oh cinco santas llagas de Jesucristo, nuestro Dios, los Signos del amor, la gracia y la Divina Misericordia!

Hoy Jesús demuéstrale a la humanidad la gran obra de salvación desde hace dos mil años.

Hoy regresas oficialmente al Cielo, dejando atrás muchas enseñanzas para los apóstoles.

Él siempre enseñó a los apóstoles de manera completa y gentil, y nos dejó un tesoro a través de la Iglesia: el Evangelio.

Los hechos certifican su vida hace más de dos mil años, la cual continúa vigente a través de cada palabra diaria del Evangelio dándonos esperanza.

Estos aspectos nos ayudan a superar las dificultades y desafíos de la vida, y nunca podremos olvidar y negar esos grandes favores y gracias.

¡Oh Jesús de las Cinco Santas llagas! Solo escuchamos para poder entender el significado de tu sacrificio para nuestras vidas.

Hoy tenemos la respuesta.

Aunque la pandemia está ocasionando pérdidas en todas partes del mundo hay una cantidad de personas que aún no quieren reconocer sus pecados y debilidades frente a Dios.

Hace dos mil años, Dios hizo muchas maravillas y concedió a la humanidad incontables gracias.

¿Qué podemos hacer nosotros hoy día? Nada.

Aunque tengamos a nuestro alcance la ciencia y la tecnología, seguimos siendo débiles frente a la muerte, la pandemia y las dificultades, no hay forma que podamos salvarnos.

Ésta es una lección para la humanidad en estos tiempos. La humanidad permitió que se perdiera la vida espiritual, que la fe desapareciera por completo, por lo que la vida de la realidad nos controló.

Ese control nos hizo orgullosos, arrogantes, rechazamos a Dios, lo negamos, e ignoramos cosas que son más sublimes de todo lo que existe en este mundo.

Estamos seguros de que la plaga reciente despertó a muchas almas, a muchas personas en sus hábitos, para que reconozcan a lo que se enfrentan, en su rol, en su posición; pero, por otro lado, hay personas que en los últimos días, debido a su falta de fe, a su corazón indiferente y sin amor, sienten que solo necesitan preocuparse por sí mismos.

Entonces no son caritativos, no hacen sacrificios, no cambian, todavía viven con un punto de vista inmaduro en el egoísmo.

¡Oh Jesús Crucificado, por eso tu corazón aún sigue sufriendo por nuestras indiferencias!

Que todo lo que enfrentemos en momentos de prueba nos permita no tener más miedo y acércanos más a Jesús Eucarístico.

Dejemos que Su Madre nos guíe y nos enseñe la adoración para ofrecer a Jesús Eucarístico, el respeto y el amor de cada signo santo que el Señor Jesús intercambió por nosotros por el sufrimiento extremo, para que vivamos.

¡Oh Jesús Eucarístico, todo lo maravilloso que has hecho por nosotros, pero nuestra condición humana no nos permite verlo, por ser débiles y miserables!

Hoy, permítenos disculparnos, agradecer, creer, confiar en ti.

Que el mundo pueda darse cuenta abriendo los ojos y el corazón, que el mayor tesoro es hacia las cosas de Dios, y que con un espíritu firme se arrepientan y enmienden sus vidas.

Que nuestro Señor sea para siempre el Dios del amor, del perdón rico en la Divina Misericordia para todo el mundo entero.

En este momento, nos levantamos hacia Dios, agradecemos y alabamos a Dios.

En el Santo Nombre del Señor Jesucristo nuestro Dios, damos gracias a Dios.

Oramos en el Nombre de Dios, para conmemorar con reverencia al Señor Jesucristo.

Su Eucaristía nos dio el valor para recordar la historia de la Ascensión de Jesús al Cielo, que nos trajo abundantes gracias del Espíritu Santo; en Su Nombre, en la Señal de la Cruz, por favor, sácanos de todo mal. En el Nombre del Dios del amor.

En el Nombre del Padre, del Hijo, el Espíritu Santo, que su gloria cubra a los hijos que lo buscan, que lo escuchan, que se someten con espíritu de penitencia por una vida en la que pedimos volver.

De la plaga del alma y del cuerpo, Dios, por favor sánanos, santifícanos y transfórmanos, para que te pertenezcamos, en respuesta al amor que nos diste en nuestra condición humana de pecadores.

Dios, enséñanos.

Dios, por favor sálvanos de las trampas en la vida de la civilización que nos están conduciendo al mundo del pecado.

Que Jesús Eucarístico, sea la luz que brille para cada alma en cada adversidad, para que seamos firmes en la fe, para que regresemos y confiemos.

Que podamos acercarnos a Dios con un corazón humilde y arrepentido para adorarlo y proclamarlo, porque solo Él es el Consolador, el Protector, el Ser Supremo amoroso, perdonador, Aquel de quien la presencia espiritual se da directamente, en la protección y el amor tierno que tiene por nosotros y por toda la humanidad. Amén.

Ofrecemos La Sexta Postración al Inmaculado Corazón y triunfante de María.

¡Oh Dios Padre, te damos gracias!

Gracias por darnos una Madre maravillosa. Porque ella comprende y conoce nuestras debilidades.

Todavía no entendemos, no sabemos, ni practicamos, en nuestros corazones la oración. Nuestra vida de fe es inmadura, vulnerable, fácil de manipular.

En algunos momentos de dificultad reflexionamos y vivimos la fe; pero cuando tenemos éxito, volvemos a apartarnos con facilidad.

No practicamos la oración, por lo que no estamos profundamente arraigados en la vida espiritual. Nuestra Madre María quiere que cada persona sea firme en la fe, que no pueda ser sacudida fácilmente en ninguna situación del mundo.

Nadie puede darnos esa paz, alegría y felicidad, a excepción de la vida espiritual para el beneficio de cada persona.

En cuanto a aquellos que tienen riqueza, dinero, fama, tienen una vida poco receptiva, ya que siempre se preocupan por el dinero y su propio beneficio; convirtiéndose en seres infelices.

¡Qué lástima para esa gente!

Debemos estar alertas con el corazón y la mente en Dios para comprender claramente lo que es del mundo y lo que nos pertenece; para ello hay que buscar la transformación absoluta desde todo punto de vista.

¡Oh Dios Padre, hoy nos has dejado una Madre ejemplar, deja que el Espíritu Santo nos guíe para encontrarnos con Ella!

¡Oh Madre María, Madre de misericordia, del Corazón de amor, de la Eucaristía, del Verbo Encarnado, y del Salvador!

Una mirada de alabanzas y agradecimientos a la Madre todavía no son suficientes.

Presentamos todas nuestras súplicas a la Madre.

Madre, tú conoces toda nuestra vida de pecado; a pesar de que hay muchas cosas que nos distraen en este mundo y nos alejan de Dios queremos mantener la esperanza, vivir en oración, buscar la conversión a través del perdón y la santidad para que se extienda a cada generación.

¡Oh Madre María, te damos las gracias por la oportunidad que nos das de aprender a orar!

Aunque es algo nuevo, la oración nos ayuda a estar cerca de Dios y a recordarlo cuando nos distraemos cada día con las cosas del mundo.

La oración nos ayuda a afirmar nuestra fe en un Ser Supremo a quien debemos honrar, agradecer y respetar siempre.

Porque Él comprende nuestro corazón, nuestro sufrimiento extremo, todo lo que necesitamos en la vida.

Ya sea en medio de las dificultades, los desafíos o la plaga, la oración resolverá los problemas de la vida.

Necesitamos estar firme en la fe, orar y elevarnos al Dios Todopoderoso en quien creemos.

Él comprende: escucha cada situación.

En la actualidad con tantas situaciones y problemas del mundo, en vez de convertir la oración en el centro de nuestras vidas, se percibe una separación hacia las cosas de Dios, por lo que nos sentimos alterados, asustados, hacia el camino equivocado. Debido a la falta de fe, la humanidad decae en la vida espiritual y se da paso a lo malo o a la ambición.

La gente sigue indiferente ante la muerte de sus hermanos y hermanas, convirtiéndose en seres inconscientes, sin sentimientos, en un mundo que ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza.

El ser humano está llamado a ser luz en camino a la santidad.

Dios nos concede la gracia del Espíritu Santo junto con nuestra Madre María.

Hoy la Madre ve cómo realmente necesitamos al Espíritu Santo.

Solo el Espíritu Santo, nos muestra y nos conduce la sabiduría para la liberación de una vida civilizada en la que la humanidad avanza.

La radicalidad y la civilización también pertenecen a Dios, pero en la bondad también hay malas acciones, cálculos, intereses personales, cosas que hacen que las personas caigan en pecado y se desvíen de la doctrina perfecta que Dios nos concede.

La Madre María es el ser perfecto y santo, a quien la humanidad debe honrar y estar agradecida, la única Reina del cielo que concibió a Jesús sin pecado original para la salvación de las almas. Es así como se convirtió en Madre de la humanidad, del amor y de la misericordia.

Hoy en día, la actual pandemia nos lo recuerda. Por eso le pedimos que nos ayude a prepararnos en la vida para encaminarnos a Dios.

Hay muchas cosas que están sucediendo en la actualidad.

Nada en esta vida es indispensable, sólo Dios lo es.

Él ama absolutamente a la humanidad, le da vida y siempre usa la Divina Misericordia para darle más oportunidades.

Hoy lo que tenemos y recibimos es de la Madre María, la primera persona ejemplar en recibir las grandes gracias que Dios le concede a la humanidad.

La Madre intercede por nosotros para responder al llamado de Dios. Ella nos asiste y se da cuenta cuando tomamos malas decisiones apartándonos del llamado al servicio y a la oración.

Hoy en día están sucediendo una serie de eventos inesperados por el hombre para recordarle que regrese su mirada a Dios, reconciliándose con Él para no perder la gracia del perdón.

¡Oh Madre María, todas estas cosas son concedidas por ti y nos das una nueva oportunidad!

Tú nos concedes todo, nos aconsejas, nos enseñas a vivir.

Aunque todavía no tenemos la constancia para orar, sabemos que es un momento en el que debemos acercarnos a Dios con un corazón humilde, amoroso, adorador, respetuoso y arrepentido.

Ése es el primer paso para abrir nuestros corazones y acercarnos al Espíritu Santo.

El Espíritu Santo se encargará de que escojamos lo mejor.

Dios concede y elige las cosas más bellas a medida que las planea.

Dios nos ama, nos protege, nos cubre y no nos deja ser controlados por la plaga del alma y del cuerpo, atraídos por el mundo, por el dinero, la fama, no las necesidades. Somos totalmente indiferentes, imperfectos, y vivimos completamente en la ceguera.

¡Oh Madre María, Madre del amor, te agradecemos profundamente en nombre del mundo y todas las clases sociales!

La Madre es la única persona que nos comprende y nos ayuda a vivir los días con mayor sentido.

¡Oh Madre María, ayúdanos a superar esta plaga para que todos se rindan, se sometan y vuelvan a Dios!

Que podamos reconocer nuestra debilidad, miseria para pedir sanación y perdón a Dios.

Que todos estemos en unidad de todo corazón para postrarnos y adorar a Dios.

Que nuestra Iglesia esté unida.

Que cada líder sea responsable, lleno del Espíritu Santo para dirigir con justicia y rectitud.

Solo Dios concede la justicia, rectitud y paz que se necesitan para las personas y las familias.

Oh Madre María, ¿quién nos enseñó? Eres tú la única persona que claramente comprende mejor. Eres tú quien comprende las debilidades de la humanidad junto con lo que desconocemos.

La Madre nos enseña a rezar diariamente para que Dios nos perdone, para que representemos todas las clases de personas, para ser la voz que resuene desde la tierra, con la determinación necesaria en el culto y la adoración.

Mediante el regalo de Las Seis Postraciones cada una de ellas es un reconocimiento para expresar con todo nuestro ser, con toda nuestra fuerza, que Dios es el Ser Supremo que concede y da plenamente lo que es razonable y lógico.

Con fe, entrega, esperanza, adoración, honor y gracias, sólo podemos decir estas palabras: Oh Madre María, hoy Jesús vuelve al Cielo.

Seguro que lo tienes claro, quieres que contemplemos los días que Él está con nosotros, nos enseña, nos concede.

Que actuemos y practiquemos.

Aunque hoy solo permanece a través de la Eucaristía, su amor todavía no nos abandona.

Vivimos en la existencia espiritual que es la más íntima que Dios nos concedió.

También, tenemos a la Madre para que nos guíe por los caminos restantes de nuestra vida. Tenemos una Madre que nos guía, nos ayuda a comprender y ser conscientes de la reconciliación, para agradecer, honrar y adorar a Dios.

Agradecemos, veneramos y amamos profundamente a nuestra Madre. En nombre de todas las personas en sus distintos roles ante la sociedad.

Que siempre tengamos el don de la fe como el más grande regalo, para ayudarnos a superar las dificultades. Que contemos con la protección y el consuelo de su amor para toda la humanidad.

El amor de nuestra Madre nos ayudará a volver nuestra mirada a Dios, para encontrarnos con Él.

No debemos perder las cosas más preciosas que Jesús, el Hijo de la Madre, pagó con el precio de la Sangre, al morir por nosotros.

Honremos a la Madre María, Madre de la Segunda Persona de Dios, Madre de la misericordia, Madre del Corazón del amor, Madre de la Eucaristía.

Gracias a la Madre de Jesús Eucaristía hemos aprendido a amarlo, a acercarnos más, para honrarlo, adorarlo y escuchar sus enseñanzas.

Adoramos, alabamos y glorificamos a Dios, en el Santo Nombre de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

– o –

1.​ Este día solía ser el «Jueves de la Ascensión» en el calendario de la Iglesia. Generalmente, esta solemnidad se ha trasladado al domingo siguiente. En algunos lugares todavía se celebra el jueves.

2.​ Todavía era la temporada de Pascua.

_______________________________________

La mensajera, Lucia Phan, es una inmigrante estadounidense de Vietnam. Ella lleva una intensa vida de oración que se enfoca en asistir a Misa y adorar a nuestro Señor en el Santísimo Sacramento. Recibe los mensajes a través de locuciones y es capaz de capturar imágenes milagrosas de la Eucaristía en la cámara de su teléfono celular.

nrtte.net

nrttej.org

EucharisticJesus.net

Comparta este mensaje y los sitios web con todos sus conocidos por correo electrónico, imprimiendo el mensaje y de boca en boca.

error: Content is protected !!