Las Nuevas Revelaciones a Través de la Eucaristía

Cuaresma: ¿Qué debemos hacer?

Cuaresma: ¿Qué debemos hacer?

 

La Cuaresma nos recuerda el arrepentimiento, la expiación y la penitencia, porque hemos ofendido a Dios. Pero eso no es suficiente. Si es solamente eso, entonces todavía no incluye todo su significado, porque la Cuaresma es la época más significativa del año. La primera lectura del primer día de Cuaresma hace que la diferencia sea más obvia.

La Iglesia comienza la Cuaresma con una lectura del profeta Joel (2: 12-18). La lectura nos lleva de vuelta a los tiempos extremadamente difíciles en Israel. La tierra fue destruida por langostas y fallas en los cultivos. El futuro del pueblo es desesperanzador. El profeta Joel dice que las personas han traído el desastre sobre sí mismos debido a su infidelidad a Dios. Pero no convocó a la gente a la sinagoga para arrepentirse. Tampoco los llamó a sacrificar animales en el Templo. No habló sobre el arrepentimiento público, desgarrando las prendas para mostrar dolor. No, el profeta Joel dijo: «Desgarren vuestros corazones, y no  vuestras prendas».

El primer desafío de la Cuaresma es abrir nuestros corazones durante nuestra vida. Desgarramos nuestros corazones no sólo en el plano espiritual, sino también en la vida real; por ejemplo, compartir el pan con los necesitados; visitando a los enfermos, los enfermos, los que no pueden salir de casa, los que están en hospitales o residencias de ancianos.

La Cuaresma es un llamado a lamentarnos por lo que podemos hacer, pero no hicimos. La Cuaresma es una oportunidad para lamentarnos lo que debemos hacer, pero no lo hicimos. La Cuaresma es una oportunidad para cambiar lo que debemos cambiar. Por lo tanto, la Cuaresma no es sólo para la penitencia. La Cuaresma es la formación, la preparación y la renovación de todo lo que está  impididiendo que la vida se una con Dios.

Por lo tanto, la Cuaresma es una invitación para que nos unamos a Dios a través del Santísimo Sacramento.

Oración de Ofrenda al Jesús Eucarístico

Oh Señor Jesús, me postro ante el Sacramento de la Santa Eucaristía para ofrecer mi alma, mi cuerpo, mis pensamientos, mis palabras, mis acciones y todas las dificultades de mi vida. Dios, por favor acepta mi humilde ofrenda y concédeme tu Santísimo Cuerpo.

Aunque el convenio es parcial sé que es debido a Tu complete amor  por mí, aunque soy débil y pecador. Prometo agradecerte, amarte, adorarte y alabarte a diario.

Me castigo para expresarte mi gratitud, por mi indiferencia y tibieza en el pasado hacia el Cuerpo y la Sangre más preciados en el Santísimo Sacramento. Te ruego que me dejes recibir este sacramento, y como penitencia, que visite fervientemente al Santísimo Cuerpo en el tabernáculo, porque he ofendido al Señor de los cielos y de la tierra.

Oh Santísimo Sacramento, Oh Dicino Sacramento – permítanme agradecérste diariamente, amar, adorar y alabar al Jesús eucarístico. Porque Tú eres mi única esperanza y mi herencia. Amén.

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